divendres, 18 de maig del 2012

Por un frente democrático anticapitalista

Debemos derrotarlos en su terreno, podemos hacerlo, debemos hacerlo, y algunos ya lo han hecho en el ámbito municipal y estatal (Bildu, IU Amaiur o Syriza,). Tenemos que crear un frente democrático anticapitalista, sino lo hacemos corremos el peligro de ser destruidos políticamente.




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 Al enfrentarnos la izquierda plural anticapitalista a la pregunta: ¿Qué hacer hoy, para construir el mañana? Es que tenemos que aceptar algunas premisas básicas, claro, eso si queremos ganar. La primera, la humildad, este debe ser el punto de partida, la soberbia no puede ser nuestra divisa, recordemos que somos juntos y, por separado, los derrotados y, que nuestras prácticas no nos han conducido de momento a ninguna victoria significativa, ni en el conjunto del estado español, ni en prácticamente ningún lugar del mundo.

La segunda es la imprescindible tarea y necesidad inaplazable de analizar, en común, el mundo en que vivimos, claro está  si es que realmente queremos influir en la realidad y no ser meros comentaristas, henchidos de una verdad supuestamente infalible en la que nadie cree, ni defiende.

La tercera cuestión, en estos tiempos de derrota es comprender, como lo han hecho otras izquierdas¬¬ – por ejemplo en Euskal Herria–, que la unidad de las fuerzas civilizatorias de la izquierda plural es indispensable para derrotar a los enemigos de la democracia real y la justicia social, en definitiva al capitalismo.

Por último, debemos abordar con respeto las posiciones políticas que consideran que la vía de la representatividad electoral burguesa no conduce al triunfo del pueblo. Es más debemos forjar un estrecha colaboración y unidad de acción, entre los que creemos en que todas las vías que sean útiles al pueblo trabajador deben ser usadas y los que buscan otros modelos de representatividad (15M, libertarios, etc.) pues es más lo que nos une que lo que nos separa.

Humildad, análisis, reflexión, unidad, acción y respeto a la pluralidad de las vías de transformación social deben ser los elementos básicos para una nueva política anticapitalista transformadora. Si no entendemos esto, es más, si no ponemos en práctica estos principios, estamos destinados a instalarnos en la derrota y el fracaso autocomplaciente (un diputado más o menos). ¡Nacimos para ganar!, por eso debemos trabajar para la victoria. Somos la mayoría: o avanzamos juntos o nos hundimos por separado.

Tenemos que hacer frente al nuevo capitalismo que aparece como desbocado, pero nada más lejos de la realidad, su aparente descontrol fue urdido desde el núcleo duro del poder capitalista –el complejo militar-industrial, financiero y su clase política– fundamentalmente dirigido por los EEUU, con el apoyo sumiso y complaciente de la UE y Japón. Pero este mercado con normas “liberalizadoras”, aprobadas por los parlamentos de la democracia formal y destinadas a enriquecer a este núcleo de poder de forma fraudulenta, nos pueden llevar al fascismo –forma extrema del capitalismo– o simplemente a una sociedad sumisa y alienada incapaz de responder a la pauperización a que está siendo sometida la humanidad en benéfico de una minoría explotadora.

La crisis capitalista, que ha llegado a Europa en forma de brutales recortes de derechos sociales, laborales y políticos, hay que verla una oportunidad. Hay que lograr que las clases populares descubran el carácter inhumano y miserable del sistema. Que antepone los intereses económicos a la vida de las personas. Para que estas ideas calen en la conciencia de los hombres y mujeres es necesario ganar la batalla ideológica y eso se hace ganado la cotidianidad de las gentes, participando en ella, de forma que no aparezcamos como elementos ajenos a la misma, sobretodo porque no lo somos. Pero para esto también resulta imprescindible, además de las organizaciones y movimientos sociales de base y fuertemente conectados con los intereses del pueblo, la existencia de medios de comunicación propios y populares.

La patronal y partidos del sistema nos presentan los recortes sociales y laborales como medidas económicas neutras e inevitables. Intentan que los trabajadores crean que todo lo conseguido tras años de luchas y autoorganización es un regalo y no una conquista del movimiento obrero. Pretenden que renunciemos y perdamos los derechos adquiridos después de duras movilizaciones sociales como: educación pública, el derecho a la salud, las pensiones, las bajas de enfermedad o el cobro del paro, etc. Por eso quieren impedir las movilizaciones y criminalizar las protestas, por eso hace falta defender la democracia. Para detener estos ataques, del gobierno central y de los autonómicos, es imprescindible la lucha popular de base protagonizada por los afectados (maestros, médicos, parados, ancianos, jóvenes, mujeres, pensionista, etc.) y con el apoyo de la ciudadanía y de las fuerzas políticas de izquierdas anticapitalistas y democráticas presentes en los parlamentos.

La clase dominante capitalista, que se sabe en este momento todopoderosa y omnipotente, nos ha ganado la batalla ideológica. La clase gobernante encuadrada en partidos, organizaciones y medios de manipulación ideológica, también nos ganan las elecciones “democráticas” y, sin ningún rubor, nos aplican legislaciones de excepción, que vulneran de forma flagrante los derechos humanos, democráticos y civiles. Y lo hacen avalados por esos resultados electorales (como hizo en Inglaterra, la reaccionaria, Margaret Thatcher) lo que les permite presentarse con el derecho gobernarnos con un simulacro de democracia autoritaria y fuertemente represiva.

Debemos derrotarlos en su terreno, podemos hacerlo, debemos hacerlo, y algunos ya lo han hecho en el ámbito municipal y estatal (Bildu,  Amaiur, IU o Syriza,). Tenemos que crear un frente democrático anticapitalista, sino lo hacemos corremos el peligro de ser destruidos políticamente. Y lo que es peor, con la aquiescencia de la fracción más alienada y sumisa de los trabajadores, que aún confían en que el capitalismo les salvará y con la indiferencia suicida de los que asumen su derrota e impotencia.

El poder está dispuesto a todo con tal de asegurar su modelo de dominación. Ahora nos amenazan con nuevas las leyes de excepción, que tienen como objetivo desmantelar cualquier forma de resistencia. Da igual que seamos gentes cultas, pacificas, democráticas y civilizadas, pues eso es justamente lo que ellos no son y con lo que quieren acabar. Usan todos los medios para manipular a la opinión pública (calumnias, insidias, falsedades, fabulaciones y mentiras) y atacar cualquier disidencia. Su democracia formal es cada vez menos sensata y mas criminal. Ya no están a salvo de los ataques antidemocráticos de la derecha gobernante y dominante ni los partidos de izquierda con representación parlamentaria (IU, Amaiur, ERC, BNG, etc.) y esta situación ira incrementándose según aumente la voracidad depredatoria de  este nuevo modelo de expoliación que el capitalismo monopolista a puesto en marcha.

La solución, si partimos de los principios enunciados al inicio de este artículo, es que nos impongamos como objetivo básico, de todos y todas, la unidad de las fuerzas de izquierdas anticapitalistas en todas la naciones y autonomías que componen el estado español. Posteriormente deberíamos intentar construir con las otras fuerzas de izquierdas, que no se definen como tales, un frente democrático, para recuperar los derechos y libertades que el capitalismo nos ha arrebatado y arrebatará. Claro eso si queremos ganar.

La propuesta no es nueva, de hecho así ha ganado las elecciones la izquierda vasca (Bildu o Amaiur), sumando, multiplicando y ¡No restando y dividiendo! Pero claro eso se ha aprendido tras muchos años de sufrimiento y asumiendo, que es preferible una política de consenso que consiga innegables benéficos para el pueblo trabajador que ir de derrota en derrota.

No es tiempo de de mezquindad, quizás tenemos los días contados, posiblemente mañana ya sea tarde.

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